29 May EN MADE HAY POTENCIAL Y TALENTO
Alberto González Valmaseda
MADE en una determinada época no era simplemente una empresa. Era uno más de los espacios de la vida social medinense. Algo así como una más de sus plazas, en la que tuvieron lugar escenas que guardo entre mis recuerdos de infancia y juventud. La temporada de verano en la piscina, imágenes de los torneos de tenis, en los que yo mismo participaba, en las pistas del polideportivo que la propia empresa sufragó y los trabajadores levantaron. Directores, operarios de máquina y soldadores, jefes de sección, administrativos y sus familias… todos compartiendo el tiempo de asueto en sana competición deportiva. Importante la apuesta por el deporte base de la Agrupación Deportiva MADE, que llegó a tener equipos de futbol en cuatro categorías, compitiendo cada fin de semana en el cuidadísimo campo de hierba (el primero tal vez que hubo en Medina). Y todos esos recuerdos, porque mi padre, como el de tantos otros medinenses y comarcanos, trabajaba en MADE. Como hoy, y desde hace casi tres lustros, yo mismo.
Pero aquello terminó. Esos años dorados en que MADE era casi la segunda casa de sus trabajadores, a la que ellos y los diferentes equipos directivos llevaron a ser líder de su sector en España y una gran referencia a nivel internacional; en que se apostó incluso por la diversificación, lanzándose al desarrollo de aerogeneradores, convirtiéndose igualmente en referencia mundial… Esos años, dieron paso a nuevos tiempos, ya al llegar Isolux, pero sobre todo cuando en 2007 ésta vendió MADE Torres y Herrajes a un desconocido grupo empresarial coruñés: Invertaresa, con un tal Roberto Diaz Rincón al frente.
Pronto vimos que de su mano llegaba un nuevo “estilo”: Poco fundadas modificaciones de condiciones laborales sin negociación, una flota de coches de empresa de alta gama, abultados gastos en decoración de salas y despachos, trasnochados gestos de distinción entre “clases” etc. Anécdotas, tal vez, pero que revelaban un estilo. Pero sobre todo, los trece crueles e innecesarios despidos de 2011, nos terminaron por confirmar que venían tiempos duros. Pues además, la Dirección de Medina pareció más bien asumir y adaptarse
al nuevo “estilo”, en lugar de tratar de contener determinadas tropelías contra su gente.
Pero lo peor, es que con Invertaresa llegó también un modelo de negocio en el que la planta medinense de torres (y no digamos la de herrajes, que acaban de entregar a la competencia) no parecía estar en el centro. Se diría, por el contrario, que la planta se mantuvo funcionando por la inercia acumulada durante aquellos buenos tiempos, y terminó por quedar abandonada durante años. Y mientras, el modelo se enfocaba a la deslocalización y la subcontratación “low cost”, y a aventurarse en a priori jugosos contratos de muchos ceros en el sector termosolar en el exterior, a través de una constelación de empresas creadas al efecto, con la subcontratación y la deslocalización igualmente como base (China, Marruecos, Sudáfrica…). Pero, sin embargo, nos tememos que era la marca y referencias de MADE, su plantilla, con su conocimiento, experiencia y esfuerzo, y los activos reales y tangibles de la fábrica de Medina, lo que servía de tarjeta de presentación y valor sólido que avalaba y proporcionaba garantías para acometer esos proyectos (pues además los bancos dejaron de confiar), sin quedar muy claro si los rendimientos, en aquellos casos que fueran buenos, fueron a parar a la cuenta de resultados de la propia MADE.
Y al final, esta estrategia que se defendía como vía de oxígeno para MADE en un momento, ciertamente, de difíciles circunstancias de mercado, aunque también de pérdida de posición frente a los competidores (¿por qué?), ha terminado por fracasar y conseguir lo contrario: ahogarla. Y ahora la deuda, cuya cantidad y origen nadie parece saber nombrar es insostenible. Las nóminas no se pagan, y los gastos operativos más básicos no se cubren. Los proveedores no suministran, o lo hacen previo pago adelantado. La fábrica y su plantilla están, más que nunca, abandonados a su suerte, pues todos los máximos responsables, de Coruña y de aquí, han ido poco a poco abandonando el barco.
Y, a decir verdad, tal vez nosotros los trabajadores tengamos algo de culpa. Primeramente porque la empresa somos todos, y por supuesto algo habremos hecho mal todos. Pero también porque durante años hemos estado asistiendo quizá algo conformados a este deterioro, manteniendo una apuesta por la vía de la “negociación” y el “acuerdo” (siempre recomendada por los sindicatos mayoritarios y sus asesores externos, que no sufrían las consecuencias de las cesiones, claro), que es siempre deseable, pero no siempre posible si la otra parte no atiende a razones ni argumentos. Quizá se debió mantener una firme contestación ante ciertas agresiones, que han demostrado a la postre ser estériles, y trazar determinadas líneas rojas a tiempo. Pues ahora, tras múltiples sacrificios y esfuerzos, a esto hemos llegado: Muy dialogantes, sí, pero ahogados y abandonados por quienes propusieron tales sacrificios como única vía para mantener la empresa en pie.
Quizá sea ya casi imposible que aquella casi familiar MADE vuelva. Pero en todo caso, debemos seguir manteniendo la esperanza y la confianza en que, a pesar de todo, MADE conserva aún prestigio, valor y potencial para que alguien se interese por ella. Alguien que venga con un auténtico y claro plan industrial, que apueste por la fábrica y la marca, por la innovación e inversión en personal, medios y procesos productivos y organizativos, persiguiendo la competitividad, la calidad y la excelencia. Si Invertaresa se retira y cede la empresa a alguien con tal proyecto, en MADE hay potencial, talento y experiencia suficiente para devolverla a lo más alto. Los trabajadores, la comarca y las instituciones, deben arrimar el hombro para reclamarlo y facilitarlo, y estar atentos para que nadie más venga a enajenar la riqueza que se creó desde aquí, y por los de aquí.
Podéis leer este artículo y el resto de la revista, o descargarla, si queréis, desde AQUÍ
No Comments